Cuando eres pequeño, tus padres te cuidan, te alimentan, te educan, te dan todo lo mejor de ellos. Hacen falta muchos años y madurez para darte cuenta de el valor que todo el amor y sacrificio que hacen por tí significan. Te pasas media vida dando por hecho que es algo natural y que casi siempre va a ser así.
Pero la vida da vueltas y un buen día te das cuenta de que tus padres se han convertido en algo muy distinto a lo que habías conocido.
En lo que va de año Mamá ha tenido un bajón muy importante en lo que refiere a su Demencia Senil tipo Alzheimer. Nada de lo que puedas pensar te prepara para algo así.
Nos hemos pasado el 95% de las noches (desde finales de enero a día de hoy) despiertos y tratando de tranquilizar a Mamá. Hasta hace poco la medicación no parecía surtir ningún efecto. Es más, yo estaba francamente aterrada porque tenía la sensación de que la medicación le hacía más daño que bien.
Sé que Mamá tiene 89 años y que tiene Demencia. Pero tambien sabía que no tenía que estar de esa manera.
Me he sentido muy desprotegida por parte de la sanidad pública. Un sistema que hasta hace poco funcionaba muy bien en este país. (Sin contar las listas de espera). En estos momentos no vivo en una ciudad, así que cualquier tipo de información que me pudiera ayudar a sobrellevar estas situaciones es inexistente. He encontrado algún folletito inútil diciendo cosas sobre este tipo de enfermedad. Me he tenido que buscar la vida mientras trataba de atender a Mamá de la mejor manera posible.
Papá y yo hemos pasado momentos muy duros, muy tristes, hemos llorado muchísimo. A veces por impotencia, a veces por dolor, muchas por miedo.
Hace dos semanas llevamos a Mamá a un neurólogo. Desde entonces hay un cambio sustancial. A positivo. Solo queremos darle la mejor calidad de vida posible.
Hace mucho que no publico pero la verdad es que era por falta de tiempo. He pensado muchas cosas, he sentido muchas cosas dignas de ser escritas aquí...Pero mi ansiedad, mi estrés y mi agotamiento no me lo han permitido.
Lo cierto es que cuando los padres envejecen nos toca aprender lecciones muy duras. Se necesitan toneladas de paciencia y amor. Han sido miles las veces que me he repetido como un mantra la frase: NO ES ELLA, ES LA ENFERMEDAD...
Ahora ella es como una niñita que necesita que la llevemos de la mano...Todavía irradia mucha bondad, mucha ternura. Su sonrisa vuelve a brillar...Y la llevamos de la mano...
CUANDO TUS PADRES ENVEJECEN, SE CONVIERTEN EN TUS HIJOS...
Otro día hablaré de Papá...
Y si...¡FELIZ VIDA!
