Aunque no me asomo por la tierra del blog ultimamente he de reconocer que no soy indiferente ante el estado del mundo. Capitanes de cruceros que no asumen sus errores laborales y huyen del barco (como las ratas). Corrupción política. Crisis de todo tipo: morales, religiosas, políticas y éticas. Políticos y banqueros que son incapaces de resolver los problemas que ha causado la corrupción del capitalismo. Enfermedades incurables. Hambre en paises y en situaciones que se pueden evitar. Violencia en los hogares, en los colegios, en las calles. Vidas frustradas porque no siguen el patrón físico establecido: delgadez, color, formas del cuerpo...Vergonzoso.
Y de repente hoy me acordé de un tango que hizo famoso Carlos Gardel (versionado a lo largo de los años por grandes artistas como Serrat, Julio Iglesias, Luis Miguel, Andrés Calamaro, etc.) fué escrito en 1935 por Enrique Santos Discépolo, músico,dramaturgo argentino.
La letra tiene una vigencia que puede erizarle los pelos a cualquiera. Es entonces cuando confirmo que SIEMPRE han existido las miserias humanas y es algo contra lo que SIEMPRE habrá de luchar: educando desde los hogares y escuelas.
Disfruten la letra.
Que el mundo fue y será
una porquería, ya lo sé.
En el quinientos seis
y en el dos mil, también.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados.
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador...
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
Lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos ni escalafón,
los ignorantes nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
da lo mismo que sea cura,
colchonero, Rey de Bastos,
caradura o polizón.
¡Qué falta de respeto,
qué atropello a la razón!
Cualquiera es un señor,
cualquiera es un ladrón...
Mezclao con Stravisky
va Don Bosco y La Mignon,
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera
irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remache
ves llorar la Biblia
junto a un calefón.
Siglo veinte, cambalache
problemático y febril...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil.
¡Dale, nomás...!
¡Dale, que va...!
¡Que allá en el Horno
nos vamo’a encontrar...!
No pienses más; sentate a un lao,
que ha nadie importa si naciste honrao...
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura,
o está fuera de la ley...
Esta es la versión de Andrés Calamaro.