Paloma
Hablar de Paloma es hacerlo de un ser vivo muy especial que ha ocupado una parte de mi vida y mi corazón durante casi dos años.
¿Quien es Paloma? Una yegua de 14 años. Fué yegua de rejoneo. Esto quiere decir que tenía caracter, temple, nobleza y lealtad.
¿Como llegó a mi vida?
Sencillo. Mis vecinos en Asturias la compraron. Y nos la dejaron en usufructo para que fuera rumiando todo el verde que crecía en la finca. De una forma u otra se fué metiendo centímetro a centímetro en nuestras vidas. Nos preocupaba que pasara las noches al raso. Pensando que estaría acostumbradita a dormir en su establo. Pero sus dueños insistían en que ella se adaptaría. Se adaptó. Pero era inevitable asomarse y verla cada vez que un temporal invernal típico de la costa del Cantábrico azotaba sin piedad.
Papá y Paloma en un momento de cariño
Papá, ser especialmente sensible con los animales, estaba pendiente de ella. Se preocupaba de guardarle un trocito de pan todos los días para poder dárselo al día siguiente mientras conversaba con ella de forma suave e intima. Con el paso de las semanas esto se convirtió en un ritual intimo de ellos dos. Y si Papá salía del porche de casa, detrás iba ella. No mediaban palabras, ella se pegaba a él. Y pobre Papá se sentía culpable si no llevaba su trocito de pan.
¿Hay mimos para mi?
Alguna vez se colocaba detrás de Mamá (menudita y anciana ella) y le posaba el morro muy suavemente para saludarla. Entonces Mamá iba al rinconcito donde tenemos 6 berzas plantadas, arrancaba unas hojas y se las daba a comer. Le encantaban. Babeaba mientras las comía. Desde entonces cada vez que la yegua veía que Mamá pasaba al lado de las berzas, ella ya se colocaba en posición SABIENDO que iba a tener una ración del verde que tanto le gustaba.
El romance conmigo comenzó un poco más tarde. Si le daba pan ella prefería que fuese Papá quien se lo diera. Lo mismo con las berzas. Pero un buen día pensé. La voy a conquistar. Y lo logré... Solo hizo falta que tuviera en mi mano un cepillo y sin haber cepillado antes a un caballo en mi vida, me puse a su lado y ahí nació el amor universal. Tambien me gané su alma animal cuando comencé a salir con un par de zanahorias en la mano. Me acercaba a ella y le preguntaba: ¿Quien me quiere a miiiiiiii? Increible pero sin enseñarselo...asentía con su noble cabeza. Solo lo hacía cuando tenía una zanahoria en mi mano.
El cepillado se convirtió en un ritual importante y vital para las dos. Ella se convirtió en mi aliada. Sabía que cuando salía con el cepillo en la mano, el mundo se podía detener. Ese momento era solo nuestro. Le rascaba los belfos, la barriguita, las tetillas, las ancas...En este ritual con el paso de los meses me ví obligada a tener mucho cuidado. Porque la "Nena linda de casa" (así la llaman Papá y Mamá) se me arrimaba TANTO que estuve a punto de recibir más de un pisotón.
Lo más hermoso de esta relación animal-humana es que muchos días, cuando los problemas más me agobiaban, cuando no podía encontrar paz, ni calma, ni soluciones, salía a la parte de atrás de casa y allí estaba ella. Sin pronunciar palabra se me acercaba y si veía que estaba llorando ponía su morro pegado a mi rostro y hasta que yo no recuperaba la calma no se despegaba de mí. Nos hemos pasado más de media hora en más de una ocasión. Allí estaba ella, con su cabeza pegada a mi rostro cubierto de lágrimas. Soltado algún soplido pero sin despegarse de me hasta que notase mi calma. Si solo estaba alterada se limitaba a poner su morro en mi hombro. No tenía que acariciarla ni tocarla, ella solo se mantenía pegadita a mí hasta notar mi calma. Más de un vecino pudo observar esta escena y más de una vez oí el comentario: "Ana, como te quiere la yegua ¿eh?"
Yo sufría cuando había temporal porque ella lo pasaba al descubierto... Pero cuando esto ocurría al día siguiente había ración triple de mimos para ella.
Más de una vez sus dueños le llevaron a pastar a otros prados pero ella se escapaba y volvía a nuestra finquita. Sus dueños, nuestros vecinos, más de una vez nos llamaron para que pudieramos agarrarla, porque por ellos no se dejaba y por nosotros sí...Me resulta muy divertido evocar esos momentos cuando el vecino iba corriendo detrás de ella alrededor de la casa, soltando insultos y juramentos sin ser capaz de alcanzarla y salir yo y decir: "Ven Paloma mi reina" y obedecer al instante...
Más de un amanecer nos sorpendío juntas mientras el sol nacía por el este y la luna se ocultaba por el oeste..
Amanecer con Paloma
Muchas noches se acercaba a mi ventana y resoplaba hasta que yo me levantaba, alzaba la persiana y le daba mimos para calmar su sed de cariño. Una noche no lo hice...no me sentía muy bien. Y al día siguiente me encontré con un regalito suyo en forma de excrementos...Ese era mi castigo.
Hoy he sabido que la han vendido. Una chica de la zona se enamoró de ella y quiso comprarla. Me consuela saber que ahora por las noches dormirá en un establo protegidita. Pero echaré tanto de menos sus resoplidos en mi ventana por las noches, o en la ventana del baño mientras me duchaba. El ritual de cepillarla abrazarla y mimarla no se repetirá pero lo tengo grabado en mi memoria y corazón a fuego y oro. Espero poder encontrarla alguna vez por el pueblo.
Me siento muy afortunada por haberla conocido. Por haber aprendido con ella. Por primera vez he comprendido que la relación que se puede establecer con un equino puede superar de largo a la relación con un perro. Le echaré de menos. Mucho. Pero ha sido una bendición poder conocerla, mimarla y cuidarla. No tengo duda alguna: si alguna vez puedo tener un equino en mi vida lo haré. Es una experiencia absolutamente excepcional y unica.
Gracias Paloma, eres única...Siempre estarás en nuestros corazones.