Querida Mari,
Han pasado 8 meses desde que te fuiste. Cada día de estos meses he pensado en tí. La mayoría de las veces logro estampar una sonrisa en mi rostro. Pero la verdad es que te extraño mucho. Me haces mucha falta.
Por primera vez en meses fuí a ver a tus perros a tu casa. Se pusieron tan contentos que me hicieron llorar de la emoción. Se alborotaron como lo solían hacer siempre. Solo faltaron tus voces regañandome porque yo los alteraba con mis mimos y juegos.
Nemo, al darse cuenta de mis lágrimas me pidió que lo cargara...Y Trasto, mi Trastito, gruñendo su alegría arrimaba su trasero a mis piernas y una vez más intentó sentarse encima mío cual chihuahua.
Levanté la vista y ahí estaba tu casa. Sin tí. No tuve el valor de adentrarme en tu cocina, tu laboratorio de amor. Ese lugar sacrosanto para tí. Ese lugar donde reinabas con tu alquimía entre pucheros, sartenes, ollas y sorbos de vino. Pepe, tu Pepe, está muy triste. No logro encontrar las palabras justas para animarlo. Gladys, tu hija, mi muñequita, está saliendo adelante. Solo ella sabe lo mucho que le está costando. Pero sé que ahí donde estás, estás orgullosa de ella.
Te confieso que me cuesta mucho poder hablar con ellos. No sé que puedo decirles. No logro articular palabra. Si yo te extraño tanto....¿Como lo harán ellos?
Me haces falta, porque tu sabías comprender mi situación. Durante estos meses han ocurrido cosas que me habías vaticinado...Me aconsejabas, me regañabas, me querías. Muchos días pienso en como actuarías en mi lugar y me pongo manos a la obra: con animo, fuerza, caracter y cantando. Porque quiero que estés orgullosa de mí, aunque solo sea un poquito.
Te pienso mucho....
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